domingo, 30 de diciembre de 2012

Cigüeñas en la Puerta del Sol



Estamos en plena Navidad, a las puertas de un nuevo año, y qué mejor que un cuento para celebrarlo. Un cuento con mucho desenfado, aunque no le falten guiños medioambientales (los efectos del cambio climático), históricos (el éxodo rural) e incluso económicos (la burbuja inmobiliaria). Espero que os guste.



La Puerta del Sol siempre parece un escenario de postal, con su sabor castizo, su barullo contenido y sus estridencias bajo control. Y cuando se acerca el fin de año, los servicios públicos se afanan para que todo esté impoluto y a punto para las campanadas. Nada puede fallar, especialmente en la torre del reloj de la Casa de Correos. Parece que hasta sacan brillo a cada piedra del edificio más observado del país, el centro de todas las miradas todos los años por estas fechas de Navidad.

Pero aquel año un elemento vino a alterar el orden de la plaza y, en definitiva, el de los españoles: una cigüeña había decidido colocar su nido en la punta de la torre del reloj. Por supuesto, no lo hizo en un día. Fue una labor silenciosa de semanas y, cuando se quisieron dar cuenta las autoridades, el nido estaba allí plantado, más chulo que el chotis. Les estaba ocasionando un verdadero problema. Si lo quitaban, se les echarían encima los ecologistas. Si lo dejaban, el nido estropearía las campanadas de fin de año, ¿o no?

Mientras, en la punta de la torre, la cigüeña observaba el bullir de la plaza. Lo hacía tranquila y orgullosa, porque su nido en lo más alto era la culminación de un viaje que había iniciado semanas atrás, cuando partió de Villaveza del Agua, provincia de Zamora, hacia el sur, en busca de un clima más benigno para pasar el invierno. Lo cierto es que ella y las de su especie llevaban décadas sin emigrar a África, ¿para qué? Los fríos que pelaban ya habían pasado a la historia.

Nuestra cigüeña se había cansado de la molicie de su raza. Miles de zancudas vivían acomodadas en sus nidos, colocados de dos en dos e, incluso, de tres en tres, en un poste sí y otro también de los tendidos de la luz. Ella quería ser distinta, volar lejos, emigrar como habían hecho sus antepasados. Guiada por su imaginación y, por qué no decirlo, por sus ansias de grandeza, había pensado en volar al norte, a Asturias. Allí hubiera sido un ser admirado, distinto, porque la cigüeña blanca que tanto abundaba en Castilla y León, en el Principado era una ‘rara avis’. Pero cruzar el Puerto de Pajares era un desafío abrumador para afrontarlo en solitario. Lo intentaría más adelante, cuando encontrase una pareja más valiente y tan ambiciosa como ella.

Así que tiró hacia el sur. A Madrid. A su llegada a la capital, se encontró con cuatro edificios imponentes y había pensado en quedarse en lo alto de alguno de ellos. Sin embargo pensó que, a 249 metros del suelo, el aire resultaría bastante irrespirable y el esfuerzo de construir su nido, palito a palito, demasiado costoso. ¡Para Florentino, si los quería! A ella, personalmente, las alturas le daban vértigo. Así que siguió volando. Y llegó a la Puerta del Sol. Y exploró los alrededores. Y le dio vueltas a la cabeza y castañeteó el pico… Era el lugar perfecto: no demasiado lejos del Parque del Retiro, donde ir a proveerse de palos y hojas para el nido, ni del río Manzanares, para ir a bañarse y abrevar. Además viviría rodeada de gente, de público, de glamour… ¡lo que siempre había deseado!

Y allí empezó su nueva vida, en la punta de la torre del reloj. Y encontró a su pareja ideal, un chulapo venido de la Sierra. Y juntos hicieron su nido y esperaron a sus polluelos, rodeados del bullicio.

El primer año causaron sensación. Notaron como unos hombres trajeados y repeinados les observaban como diciendo “¿Y ahora qué hacemos con vosotros?”. Después de mucho cavilar, de mesarse los cabellos buscando una solución, finalmente los dejaron allí, plantados en lo alto. Y pasó un año, y otro, y otro más… Se convirtieron en la atracción de la plaza, un elemento imprescindible. Incluso hicieron souvenirs con su foto: magnetos, peluches, posavasos…

Hasta que un día se dieron cuenta de que estaban cansados de tragar humos, del estrés de la vida cotidiana, de luchar por los palitos para su nido y de competir por las migajas de pan con pardales y palomas. En el fondo, ellos no estaban hechos para eso. Y jubilarse y retirarse a un lugar tranquilo, de provincias, se convirtió en su objetivo, su sueño dorado. 

Así que un día emprendieron el vuelo hacia el norte, de vuelta a Villaveza del Agua. O a Barcial del Barco. O a Granja de Moreruela, donde hay un monasterio en ruinas muy acogedor. Y allí acabaron sus días, viviendo en un poste en el tendido que discurre paralelo a la Carretera de Zamora, rodeados de los suyos, sin tener que competir por la broza para el nido porque aquello está lleno de chopos. Y gozaron de un clima bastante llevadero y de una vida bastante discreta, alejados de los focos y de la fama. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. FIN
 

jueves, 20 de diciembre de 2012

Pájaros de mal agüero



El agricultor ha discurrido lo indecible para espantar a los pájaros que amenazan sus cosechas. Hoy repasaremos los diferentes sistemas existentes: redes, radios a todo volumen, cañonazos, ultrasonidos, aves rapaces y hasta rayos láser. Pese a sus esfuerzos, los pájaros todavía siguen saliéndose con la suya y sisándoles las uvas, las cerezas o el trigo. Hoy hablamos de aves amigas y enemigas del agricultor. Y que me perdonen los ornitólogos…


 



Hace apenas dos semanas, en el programa No es un día cualquiera de Radio Nacional de España (RNE), la periodista Nieves Concostrina habló, con su gracejo habitual, de los daños que causan estorninos, palomas y gaviotas en los cementerios. Y, sobre todo, explicó la dificultad de echar de allí a unas especies que, por su profusión, se han convertido en una auténtica plaga, y una plaga muy pelma, además. No sólo los responsables de los camposantos tienen que vérselas con estas especies. En algunas ciudades, como en Huesca, los estorninos se miden por miles, qué digo miles: cientos de miles. El Heraldo de Aragón informa de que llegaron a contabilizarse 400.000. Los responsables municipales ya no saben qué hacer para echar de sus parques a esta especie. Lo han probado todo para ahuyentarlos, desde disparar cohetes a pasar continuamente con vehículos ‘armados’ con altavoces que vociferan ruidos de pájaros. Incluso han echado mano de una medida más drástica: recurrir a águilas Harris para espantarlos.



Pero el ayuntamiento oscense y los cementerios del mundo no son los únicos, ni los primeros, sufridores. El problema, convertido en amenaza con el que tanto nos asustó Alfred Hitchcock en la película Los pájaros, viene siendo uno de los quebraderos de cabeza de los agricultores desde tiempo inmemorial: cómo echar de mis tierras a unos pájaros que amenazan mis cosechas, mis frutales y mi huerta.



















En primer lugar, les hablaré de los métodos de los que he sido testigo:



1, una básica red que envuelve estratégicamente los árboles.



2, una radio que no está puesta allí para acompañar las sobremesas de los pajarillos, no, sino para hacerles ver que hay voces de personas y que, en una palabra, sobran. “Ahueca el ala, pajarraco” (nunca mejor dicho), parecen sugerirles los locutores de la SER, Onda Cero, Radio Nacional, COPE …



3, a tiros. La escopeta es un método más radical, pero certero, siempre que tengamos buena puntería…



4, cómo no, los tradicionales (y para nosotros, fundacionales) espantapájaros, hechos de palos, jirones de ropa y un sombrero viejo.



Pero aún así los tordos y compañía acaban burlando todos estos métodos y picando aquí y allá en los cerezos, el trigo, la viña o lo que se les ponga por delante. Así que en los últimos años han llegado métodos más radicales. Seguimos…



5, los cañones de gas que disparan cada cierto tiempo tiros al aire, un método aparentemente efectivo, pero muy molesto para los vecinos.



6, igual de ruidoso, pero yo diría que hasta desazonador: los espantapájaros acústicos que semejan el grito de alarma de las aves o los gritos de los depredadores.



7, los espantapájaros acústicos basados en ultrasonidos. Los humanos no oyen el ruido, pero el pájaro sí. De hecho, el ambiente le resulta realmente incómodo. Es un sistema más descansado para el oído humano, pero sólo recomendado para espacios reducidos ya que su radio de acción es muy pequeño.



8, el espantapájaros ecológico, que consiste en una cinta vibradora de efectos acústicos y ópticos realmente molestos para las aves indeseables, pero no para el vecindario. Vibra con la brisa más suave, produciendo unos zumbidos y movimientos que cambian constantemente y que resultan absolutamente insoportables para nuestros ‘invasores’.



Podríamos llegar al 9, con los pinchos antipalomas… al 10, con las imponentes siluetas de rapaces… o, incluso, al 11, con los más sofisticados rayos láser.














Las posibilidades son infinitas… La desesperación de algunos ciudadanos ha llegado a tal extremo, que no ha dejado de disparar su imaginación y de discurrir los métodos más ingeniosos.



Esperemos que actúen contra las aves más molestas, las que son la causa de sus desvelos, y no contra las aves amigas. Es el caso de las golondrinas, que no sólo no molestan, sino que con sus hábitos alimentarios ayudan a controlar la población de insectos. Además existe la superstición de que si las agredimos o dañamos su nido, nos traerá mala suerte. Así que son las amas del pajar, volando a sus anchas y haciendo su nido donde les venga en gana. Oye, para algo fueron las que –dicen- le quitaron las espinas de la corona a Jesucristo. Y por algo los poetas, como Bécquer, les han dedicado tan bellos versos.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La lana ya no cotiza



Los productores de lana promocionan el consumo de la fibra natural de la oveja, que pasó de ser el sustento de la economía peninsular en tiempos del Concejo de la Mesta, a ser un producto residual en nuestra industria. De hecho, sólo el 2% de las prendas vendidas en España en 2011 estaban hechas de lana.

 

 

El esquileo, cuadro del pintor burgalés Marceliano Santamaría.

Hubo un tiempo en el que el ganado ovino fue el sustento de la economía de la Península Ibérica, y más en concreto de los Reinos de Castilla y León. Y no lo fue por el consumo de carne de cordero, ya que a finales de la Edad Media (siglo XIV) comían más carne de cerdo para alejar toda sospecha de judaísmo. Lo fue por los altos precios que alcanzaba la lana y los gravámenes que había que pagar por comerciar con ella. “Los impuestos de la Corona a los rebaños trashumantes eran de tal envergadura, gracias al elevado precio de la lana, que los Reyes Católicos llegaron a decir que la ganadería era la principal sustancia de estos reinos”, explica el académico José Jerónimo Estévez en su estudio ‘El ganado ovino en la historia de España’.

En algunos casos, tal era la fama de la fina lana castellana, que la exportaban a Flandes e Inglaterra. Pero tampoco se quedaban atrás en el Reino de Aragón y en Al-Andalus, donde también fomentaron la explotación del ganado ovino y de su vellón. En el caso del territorio de la Península Ibérica ocupado por los árabes, los paños de lana gozaban de merecido renombre. Desde su llegada, los musulmanes beneficiaron la ganadería ovina. Primero porque el Corán les prohibía consumir cerdo y, consiguientemente, la carne de cordero era una de sus preferidas. En segundo lugar, porque con la invasión árabe llegaron pueblos de gran tradición ganadera, como los bereberes que se establecieron en las montañas del Sistema Central y en las comarcas próximas a Castilla La Nueva y Extremadura.

Además, la ganadería, y más concretamente la cría de la oveja y la cabra, preponderó sobre la agricultura durante la Reconquista. Por una sencilla razón: porque es más propicia para las poblaciones expuestas a rápidos desplazamientos, frente a las explotaciones agrícolas, que necesitan de mayor estabilidad y de mayor número de trabajadores para ocuparse de las labores del campo.

Así que el de pastor era un oficio respetable y respetado, que contaba además con muchos privilegios, como permitir que sus rebaños pastasen y abrevasen libremente, cortar los árboles más pequeños para ramones (los ramojos que cortan los pastores para apacentar los ganados en tiempo de muchas nieves o de rigurosa sequía), no pagar portazgo por la comida que transportaban, no pagar el gravoso tributo de la sal, etcétera… Alfonso VIII ya les había concedido algún privilegio, que luego amplió Alfonso X y los monarcas posteriores, entre ellos, Isabel la Católica.

Imagen promocional de la Semana de la Lana a nivel internacional.

Precisamente el rey apodado El Sabio fue quien aglutinó todas las mestas castellanas y fundó en 1273 el Honrado Concejo de la Mesta, una organización que si bien contaba con importantes prebendas, también rindió grandes tributos a la monarquía durante la Edad Media y, también, en épocas posteriores. Por ejemplo, de la Mesta salió buena parte del dinero necesario para sufragar las guerras contra Francia, Turquía, Inglaterra o Los Países Bajos, o un préstamo que necesito Carlos I para sus gastos. Y así siguieron los ganaderos de ovejas apoyando económicamente a los Austrias y los Borbones, hasta llegar a tiempos de Fernando VII, ya en el siglo XIX.

Por tanto, con todos estos privilegios y respeto por el oficio no es de extrañar que, en el siglo XIV, llegara a haber 2 millones y medio de ovejas trashumantes o, incluso en algunos años, a rebasar los 3 millones. Las ovejas no trashumantes eran unas cuatro veces más, según el citado estudio de Estévez. Si los cálculos no me fallan, habría entre 12,5 y 15 millones de cabezas. ¿Cuántas reses hay hoy en día en España? De acuerdo con las cifras de 2011, 17 millones de animales (diario La Razón).

No parece que haya aumentado mucho la cabaña de ovino, al menos no en la proporción que lo ha hecho la población española y que, por tanto, debería haberlo hecho el consumo. De hecho, el número de cabezas de ovino ha descendido progresivamente. Sólo cuatro años antes, en 2007, había más de 22 millones. Es decir, que en cuatro años bajó la cabaña en cinco millones, a una media de más de un millón por año.

Difícil remontar estas cifras en caída libre. No parece que animen al ganadero ni los bajos precios de la carne y la leche, que hacen que las explotaciones no resulten rentables, ni su menor consumo, ni las dificultades para encontrar mano de obra (pastores).   


Robert Mitchum esquilando ovejas en 'Tres vidas errantes'.

Y lo peor del caso es que, de la oveja, se explota más la carne y la leche que la lana. Pese a sus bondades, ser una fibra natural, biodegradable y que se adapta a la temperatura del cuerpo, no parece convencer al consumidor español. Sólo un 2% de las prendas que se consumen en España están hechas de lana, según informa RTVE. Si en 2000, cada español consumía 700 gramos al año, en 2011 la cifra se quedaba en la mitad. Mermada como la lana cuando no la cuidas. Para promocionar este producto natural hace apenas 15 días tuvo lugar la Semana de la Lana, que llenó de colorido con prendas tricotadas algunas calles del centro de Madrid.

Detrás de la iniciativa está el Príncipe Carlos, un hombre que puede tener sus seguidores y sus detractores, pero que representa la elegancia británica. La misma elegancia con que, desde siempre, he asociado la etiqueta del carnero ‘Pura Lana Virgen’ que aparecía en algunos abrigos. Y el mismo calor que daban las mantas palentinas y zamoranas, las mantas de lana pura. Pero no se hagan ilusiones, ya es muy difícil encontrarlas. Hace apenas diez años fui en busca de una y me resultó casi imposible. Los ácaros del polvo proliferan en la lana y, para evitar alergias y problemas, mejor erradicar el problema de raíz, me argumentaban en tiendas especializadas.

Los ácaros, la polilla, las fibras sintéticas… Aunque –la verdad- a veces pique un poco, no dejemos que acaben con la lana. Con aquella lana a penachos de los viejos colchones de pueblo. Con aquella lana, generosa, que esquilaba Robert Mitchum en ‘Tres vidas errantes’ (Robert Zinnemann, 1960). Aquel vellón tan apreciado en la Edad Media. ¿Qué nos ha pasado? ¿Nos hemos vuelto todos alérgicos?   

martes, 27 de noviembre de 2012

Se armó el Belén



Las figuras del buey y la mula llegaron a los Nacimientos con San Francisco de Asís en el siglo XIII y, desde entonces, se mantienen en esta representación iconográfica navideña. ¿Seguirán en ella tras afirmar el Papa que los Evangelios no citan a ninguno de estos animales en el portal? Hoy les damos las claves... por algo somos un blog de agricultura, medio rural y ganadería



“¿Cómo que no hay buey ni mula en el Belén?”. Ésa fue mi primera reacción tras oír las primeras noticias sobre el contenido del último libro del Papa, ‘La infancia de Jesús’ (publicado en España por Editorial Planeta). Sí, podríamos definirla como de indignación, porque dejaban los elementos rurales del Nacimiento en ‘suspensión de pagos’. Sentí una indignación suavizada, eso sí, con un toque de escepticismo o, más bien, de ‘cansinismo’. De algún modo intuía que la noticia se había quedado con lo anecdótico sin profundizar en los conceptos que planteaba Benedicto XVI. Y así fue.

El Pontífice había hecho un análisis de las Sagradas Escrituras y, de acuerdo con el relato de los evangelistas, había llegado a la conclusión de que en el portal no hubo buey ni mula (él prefiere un asno). Joseph Ratzinger señala que en la Biblia “no se habla de animales” en el lugar donde nació Jesús, pero al tratarse de un pesebre, “el lugar donde comen los animales, la iconografía cristiana captó muy pronto este motivo” y “colmó esa laguna”. Vamos, que los ‘inventores’ del Belén pensaron “¿qué hay en un establo?”, “animales”, se respondieron. Y la imaginación hizo el resto. Porque podían ser cerdos, ocas o cabras, dando aliento y calor al pequeño Hijo de Dios, pero pensaron que mejor un buey y una mula. Perdón, un asno.

Normal que no faltasen los animales en los primeros belenes, teniendo en cuenta que en los orígenes del belenismo está un gran protector de la naturaleza: San Francisco de Asís, patrón de los animales y el ecologismo. La primera celebración navideña en la que se montó un belén para la conmemoración del nacimiento de Jesús fue en la Nochebuena de 1223, realizado por San Francisco de Asís, en una cueva próxima a la ermita de Greccio (Italia). Y, curiosamente, la escena no fue representada con figuras, ni con personas, pero sí con animales. Probablemente –esto es cosecha mía- de ahí proceda la tradición de incluir la mula y el buey.

Pero antes de la celebración en Greccio, existen antecedentes de la representación plástica del nacimiento de Jesús en los orígenes del cristianismo, en las catacumbas y lugares de culto cristiano. Los antropólogos e historiadores relacionan las figuras del Belén con las Venus prehistóricas, las tanagras griegas y el culto romano a los dioses del hogar también representado con pequeñas figuras con forma humana.

Por tanto, después de siglos de historia belenista, no creo que cambien las costumbres de los aficionados a este arte. "Con todo el respeto y cariño hacia el Papa Benedicto, los belenistas seguiremos haciendo los belenes con bueyes, mulas y pastorcillos”, explica el belenista Vicente Rodríguez, en una información publicada en el Diario de Cádiz. Nadie va a tirar figuritas a la basura ni los vendedores van a dejar de venderlas. Entre otras cosas, porque si nos tomásemos al pie de la letra las Escrituras, habría que cargarnos también al Rey Baltasar, como añade Rodríguez: “Hay muchas cosas que no vienen en los evangelios, pero sí han perdurado por una tradición, como la presencia de los tres Reyes Magos. (…) Tampoco eran tres ni eran reyes, sino sabios, y se fijó en tres su número para plasmar de forma simbólica los tres continentes entonces conocidos".

Ya ven. Si vamos restando, nos quedamos en nada. De hecho, tras la polémica suscitada, los obispos españoles ya han salido al paso y han animado a incluir al buey y la mula. Eso sí, pondremos el Nacimiento con más consciencia y conociendo más a fondo su origen y el porqué de cada figura. Instruirnos era lo que buscaba el Papa, pero lo que al final ha conseguido es una campaña de marketing para convertir el libro en superventas navideñas y, sin quererlo, reivindicar más si cabe al ganado del Belén. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Terra agrícola necesita vuestro apoyo




¿Os acordáis que os comenté que quizá necesitase vuestro apoyo para el concurso #TerradeBloggers? Participé con el artículo La agricultura de conservación gana terreno y he resultado preseleccionada. Ahora ha llegado el momento, ahora es cuando necesito vuestro respaldo en forma de tweets.

¡¡HOY es el gran día!!... El miércoles 21 de noviembre, cuando serán bienvenidos cuantos más tweets mejor. Podéis escribir los vuestros incluyendo, eso sí, los hashtags #TerradeBloggers y #AC050 . Si no queréis romperos la cabeza, también podéis retuitear mis tweets y ya está...

Os recuerdo que mi dirección de Twitter es @mfrechi

Podéis ver el vídeo de presentación que he colgado en youtube y en el muro de El Espantapájaros Blog Rural en facebook 

Ya sabéis: #TerradeBloggers Si me quieres, tuitéame...

¡¡Gracias por vuestro apoyo!!

lunes, 19 de noviembre de 2012

Abejas en peligro de extinción


La población de estos insectos imprescindibles para la vida del planeta ha caído en las últimas décadas, entre otros motivos debido al cambio climático, el uso de fitosanitarios agrícolas, las señales de los teléfonos móviles y enfermedades como la varroasis

 

 
Seguro que se han hecho alguna vez esta pregunta: ¿Existiría el planeta Tierra sin la raza humana? Sin consultar fuente alguna, me aventuro a responder que “sí” y, además, a hacerlo con rotundidad. Incluso me atrevo a decir que sería un mundo mucho mejor. El hombre es un ser inteligente, capaz de hacer cosas bellas, de progresar. Pero de su mano también llegan la mayoría de los desequilibrios. Baste un solo ejemplo, la búsqueda de fuentes energéticas y su combustión, para explicar uno de los fenómenos más negativos que sufre el planeta: el calentamiento global y el cambio climático.

Y precisamente el cambio climático, y más concretamente la sequía y la desertización, son una de las circunstancias que explican la disminución de la población de abejas en todo el mundo. Este año la falta de lluvias ha provocado que en julio, a mitad de campaña, la producción de miel en España cayera un 70%. La sequía obliga a las abejas a trabajar más para conseguir alimento y ese esfuerzo acorta considerablemente su vida. Y sin ellas, sin ese ser tan pequeño pero tan bien organizado, no habría mundo. Es probable que lo hayan aprendido en la escuela o, como yo, en un documental. Si vimos el mismo, recordarán cómo un grupo de jardineros chinos intentaba imitar el trabajo de las abejas, prácticamente desaparecidas de la zona. Con unas plumas, se afanaban en polinizar los árboles frutales. ¡Difícil reproducir artificialmente la labor de estos insectos!

La sequía también afecta a la producción de miel.
Si el hombre es capaz de hacer cosas bellas y de progresar, las abejas hacen cosas perfectas. Observen las celdas de una colmena. Hacen cosas imprescindibles: mantienen el equilibrio del planeta con su poder polinizador, de flor en flor y como si no quiere la cosa... Así que cuando su población cae, lo sufrimos todos. De hecho es una de las causas, entre otras muchas, que explican que el oso pardo cantábrico y el urogallo estén en peligro de extinción. Las abejas desaparecen, no polinizan y eso provoca que retroceda el hábitat donde viven ambas especies. Por eso el Fapas (Fondo para la Protección de los Animales Salvajes)  puso en marcha un proyecto para incrementar la superficie arbolada y de sotobosque de arandanera y así aumentar el área de alimentación y refugio de ambas especies.

Es otro de los efectos de la falta de la polinización. Pero, ¿cuáles son las causas que explican el descenso de la población de abejas? Aparte del cambio climático, ya citado, otra es el uso de tratamientos fitosanitarios por parte de los agricultores. Probablemente vayan destinados a otras especies agresivas para los cultivos, pero  lamentablemente acaban llevándose por delante a las abejas. Entre las posibles alternativas, recogidas en un informe de la Consejería de Agricultura de Murcia, están realizar los tratamientos en horas de escasa actividad de las abejas y fuera de las épocas de floración. En caso de que no hubiera otro remedio porque las plagas o las enfermedades amenacen la cosecha, utilizar insecticidas inocuos para la especie. También evitar que se vean afectadas zonas cercanas, sobre todo si hay colmenas, y, por supuesto, decantarse por la agricultura ecológica, que prescinde de este tipo de tratamientos. A los apicultores también se les aconseja que informen a los agricultores cercanos y que tengan en cuenta el radio de acción de las abejas a la hora de instalar sus colmenas. 

La varroa.
Otra de las causas de su descenso es la varroasis, una epidemia que afecta a las abejas melíferas y que es provocada por un ácaro (varroa) que las parasita y absorbe su hemolinfa, su sangre. Esta plaga iniciada en Filipinas provoca la pérdida de colmenas y es una de las mayores amenazas para las explotaciones apícolas. A España llegó en los años 80 y, desde entonces, los esfuerzos se han centrado en el control del parásito, ya que su erradicación es muy difícil.

Por si fueran pocas las amenazas, hay investigaciones que apuntan a que los teléfonos móviles y las antenas de telefonía también son nocivos para las abejas. Las señales que producen estos dispositivos durante una conversación desorientan a los insectos hasta llevarlos a la muerte. En presencia de un teléfono, las abejas producen con el zumbido de sus alas hasta diez veces más ruido del que hacen en condiciones normales, lo que es interpretado por la colonia como una señal de alarma que urge a abandonar la colmena. La colonia se desorienta sin remedio, lo que acarrea trágicos resultados para sus miembros.      

Móviles, varroasis, cambio climático u otros motivos. Los apicultores salmantinos no tenían muy claro qué provocaba la mortandad de las abejas y la merma de su productividad. Este mismo año la asociación que los aglutina ha puesto en marcha una novedosa investigación para dar con las causas de un problema que se ha venido agravando desde 2004. Consiste en la implantación de microchips en el tórax de las abejas. Estos dispositivos informan sobre cuándo entra y cuándo sale cada una de ellas y, en caso de que no vuelva a la colmena, por qué ha muerto.

 Esperemos que haya más proyectos para conseguir el mantenimiento de las colmenas. Hacen falta más gestos. Por si sirve de algo, cuando vean una abeja y teman su picadura, ignórenla, retírense, no se interpongan en su camino, pero, por favor, no la maten (a no ser que no quede otro remedio). Piense que de ella depende nuestro futuro.

viernes, 9 de noviembre de 2012

La agricultura de conservación gana terreno


En los últimos años se ha duplicado la superficie mundial cultivada mediante siembra directa, una técnica que reduce faenas al sembrar y preparar el terreno en una sola pasada 

Un agricultor siembra trigo mediante sistemas de agricultura convencional. / M. F.

‘Terra’, término latino que dio lugar a la palabra ‘tierra’, tiene, al menos, tres usos y significados. El “material desmenuzable que compone el suelo natural”, sin él no existiría la agricultura ni tendría sentido este blog. También es “nación, país, región o territorio”, la tierra que define a las personas, a las sociedades. Y el “planeta que habitamos”, el quinto más grande del sistema solar y el único, hasta la fecha, en el que se ha comprobado la existencia de vida. Por supuesto, Terra también da hombre a la filial de Telefónica dedicada a contenidos de internet, que, precisamente, ha organizado un concurso, www.terradebloggers.es, en el que me dispongo a participar.

Para hacerlo, tengo que escribir un buen artículo que me dé opciones para ser uno de los 100 seleccionados de mi categoría (‘Actualidad’): ¡Menudo reto! No acaba ahí la cosa (y eso os implica a vosotros, fieles lectores): tenéis que apoyarme en mi campaña de promoción on line desde el 14 al 20 de noviembre, con tweets y retweets, que culminará el día 21 con un evento final en Twitter, en el que tendréis que ‘retuitear’ aún más. Ya os iré informando a través de correo electrónico, la página en Facebook de El Espantapájaros Blog Rural y mi perfil en Twitter (@mfrechi).

Pero empecemos por el artículo, primer paso de este desafío. Estuve pensando en las conexiones entre una compañía basada en la tecnología y un blog centrado en agricultura y medio rural. Aparentemente parecían pocas o nulas, pero luego me di cuenta de que la ‘tierra’ nos une y es el sustrato de ambas. La necesitamos y para ello tenemos que conservarla. Ya había dado el segundo paso, había encontrado un tema: la agricultura de conservación, toda una ‘filosofía’ agrícola que va ganando terreno y seguidores.

¿Qué es? 
De acuerdo con la definición de la FAO, “comprende una serie de técnicas que tienen como objetivo fundamental conservar, mejorar y hacer un uso más eficiente de los recursos naturales, mediante un manejo integrado del suelo, agua, agentes biológicos e insumos externos”.

¿Qué busca? 
La conservación del suelo, un recurso limitado y no renovable. Precisamente, la pérdida de suelo es uno de los problemas más graves de la agricultura. 

¿Qué hacemos para conservar el suelo?
Adoptar técnicas como la reducción y minimización de labores, que en la agricultura convencional suponen un gran coste económico y medioambiental al conllevar un mayor consumo de combustible y altos niveles de emisión de CO2 a la atmósfera. También, la rotación de cultivos, que inhibe la acción de agentes patógenos y aporta nutrientes y materia orgánica al suelo. En tercer lugar, el uso racional de fertilizantes químicos, favoreciendo en su lugar la utilización de restos vegetales de la cosecha anterior como medio natural para la protección y fertilización de los suelos.

¿Cómo la llevamos a la práctica?
Mediante sistemas de mínimo laboreo, no laboreo o siembra directa, que reducen las faenas agrícolas. Consiguientemente, requieren menos horas de trabajo y esfuerzo y, sobre todo, menos combustible, tan perjudicial para el medio ambiente y para el bolsillo del agricultor.

En concreto, la siembra directa consiste en sembrar sobre los restos del cultivo anterior la semilla sin ningún tipo de laboreo previo. De la misma pasada, y utilizando una máquina habilitada para tal fin, el agricultor abre el surco, coloca la semilla y asienta el suelo. Teniendo en cuenta sus beneficios económicos, al implicar menos consumo de combustible y reducción de maquinaria y de pases,  parece lógico que este sistema esté creciendo en aceptación. En sólo 10 años se duplicaron el número de hectáreas sembradas mediante esta técnica en el mundo: de 45 millones en 1999 a más de 100 millones en 2008.     

¿Qué ventajas tiene para el entorno?
Además del ahorro para el agricultor, en tiempo y dinero, la agricultura de conservación tiene ventajas para el medio ambiente.

  • Reduce la erosión del terreno: al mantenerse los restos de la cosecha anterior. Así también se reduce el efecto de la lluvia que llega al suelo y el poder erosivo de las aguas de escorrentía.
  • Disminuye la emisión de CO2 a la atmósfera: cuanto menos se labra, el suelo absorbe y almacena más carbono. En definitiva, sintetiza más materia orgánica, lo que aumenta la capacidad productiva de los suelos y, al mismo tiempo, disminuye el CO2 liberado a la atmósfera. También al reducirse las faenas agrícolas, baja el consumo de gasóleo y de emisiones.
  • Mejora la biodiversidad: los restos sobre el suelo proveen de un sustrato para la vida.
  • Ahorro de agua: y también de la calidad de las aguas superficiales, al usarse menos fertilizantes y pesticidas.
En definitiva, con todas estas ventajas y aparentemente sólo un inconveniente (hacerse con una maquinaria especial para la siembra directa), me pregunto por qué no hay más agricultores que se pasen a la agricultura de conservación. Esa misma pregunta se la hice un día no muy lejano a un agricultor, que no me supo darme una razón convincente de por qué sigue en la agricultura convencional. Desde entonces, sigo esperando una respuesta.

sábado, 27 de octubre de 2012

Cultivos contra la enfermedad


Fresas con más antioxidantes que ayudan a controlar la hipertensión; sandía contra el dolor muscular y la diabetes; girasoles que reducen el colesterol e inhiben la aparición del cáncer. Varias compañías agroalimentarias, integradas en la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible, investigan nuevas variedades de frutas y verduras con mayores propiedades nutricionales y, visto lo visto, con un potencial saludable mayor que los cultivos tradicionales.


                                                                    FUENTE: Fitness para corredores

Dicen los expertos en marketing que sólo un 20% de los correos electrónicos que llegan a nuestra bandeja de entrada proceden de un remitente conocido. Somos víctimas del spam, y ese bombardeo de correos provoca en el destinatario hastío, hartazgo y un ansia de borrar que a veces le llevan a eliminar lo que quería conservar y a que le pasen desapercibidas informaciones que le son útiles. Esta semana, entre los tropecientos mensajes de boutiques on line, de webs de viajes y de mensajes eróticos ofreciéndome todos ellos cosas que no necesito (en este momento, al menos), se coló un correo de la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible que me resultó interesante y muy curioso.

Algunas compañías integradas en la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales, integrada en la citada plataforma, investigan nuevas variedades de hortalizas y frutas con un mayor aporte de propiedades nutricionales que las tradicionales. Así trabajan en el desarrollo de un girasol con alto contenido en ácido oleico, es decir, con composición y propiedades parecidas a las de las olivas y, por tanto, materia prima más saludable para la producción de aceite. De hecho, su utilización ayuda a reducir los niveles de colesterol en el organismo. Incluso, asegura el comunicado, es capaz de “apoyar en la inhibición de algunos tipos de cáncer”.

La fresa tiene ya de por sí mucha vitamina C, el antioxidante por excelencia. Pero ahora esta asociación ha trabajado en una variedad que podríamos calificar de ‘enriquecida’, ya que tiene un contenido todavía mayor en antioxidantes, capaz de aportar el 27% de los oxidantes vegetales de la dieta y el 60% de las necesidades diarias de Vitamina C con una sola ración que tomemos. A estas propiedades hay que sumar su bajo contenido en hidratos de carbono y sodio y su riqueza en potasio, que convierten a estas fresas enriquecidas en una ‘bomba’ saludable en las dietas dirigidas a controlar la hipertensión.

                            FUENTE: techtástico
Pero la que más me ha llamado la atención es la sandía. Sabía que habían inventado sandías cuadradas, sandías sin pepitas, pero ahora además investigan una variedad que ayuda a reducir el dolor muscular a las 24 horas de realizar una actividad deportiva intensa. ¿Cómo lo consigue? Gracias a su alto aporte en L-citrulina, un aminoácido capaz de relajar el músculo en caso de fatiga. Además, ha demostrado tener efectos beneficiosos en diabetes o en dolencias cardiovasculares. Así que se acabaron los medicamentos, los remedios caseros y el agua con azúcar la noche antes de realizar un ejercicio que prevemos será lastimoso. Basta con comer una rodaja de sandía con propiedades medicinales, además de las que ya de por sí tiene esta fruta, rica, saludable e hipocalórica.

La lista no acaba aquí. También han investigado un maíz rico en hidratos de carbono, almidón y aminoácidos; un brócoli con alto nivel de glucosinolatos, asociados a la reducción del riesgo de cáncer; y un pimiento con alto contenido en antioxidantes naturales y vitaminas A y C, por si nos parecía poco lo que, hace apenas unas semanas, aprendimos que procuraba esta planta ‘venida’ de América: unos huesos y unos dientes más fuertes, un sistema inmunológico reforzado y un gran poder analgésico.

Los esfuerzos y los recursos invertidos en Investigación y Desarrollo no sólo van dirigidos a producir mejor, y proveer a los consumidores verduras y frutas más saludables y de mayor calidad. También, a producir más: nuevas variedades vegetales capaces de incrementar la producción, para dar respuesta a un crecimiento imparable de la población. Unas pautas que desarrollan de una forma eficiente y sostenible. “Nos encontramos ante el reto de producir una mayor cantidad de alimentos debido al incremento paulatino de la población, pero con un terreno cultivable que es limitado, el cual ha ido sufriendo degradación a lo largo de los años, y con un suministro de agua cada vez menor”, resume Antonio Villarroel, presidente de la Plataforma. 

En fin, más con menos. El resultado de estas investigaciones serán unos productos que nos ayudarán a afrontar cada día con más energía. Como superratones supermineralizados y supervitaminados, preparados para plantar cara al colesterol, la diabetes, el dolor muscular o el cáncer.

                                                             FUENTE: Perravida

martes, 9 de octubre de 2012

Quien tenga seguro que levante la mano



Las recientes lluvias torrenciales que afectaron a Andalucía y Murcia nos dejaron imágenes tan devastadoras que no podríamos imaginar ni en nuestras peores pesadillas; historias que no se las deseamos a nadie, ni a nuestro peor enemigo; y víctimas, muchas víctimas, algunas de ellas mortales. Sólo por citar algunas de esas escenas, pienso en el abuelo y la nieta arrollados por el agua, en coches arrastrados como si fueran cáscaras de nuez y en el puente que sufrió un colapso y que arrastró una furgoneta blanca. Afortunadamente, su conductor salvó su vida al saltar a tiempo del vehículo.

Pero si una historia se me ha quedado grabada es la del agricultor murciano que el año pasado sufrió las consecuencias del terremoto de Lorca y éste, el temporal. Dicen que no llueve sobre mojado, pero, en este caso, no se cumplió el refrán. Llovió (y vaya sí llovió) y devastó la cosecha de este (pobre) hombre de campo, que, con los recursos económicos al rojo tras la primera sacudida del temblor de tierra, había decidido no contratar seguro agrario. El suyo no es un caso aislado. La misma noticia nos informaba de que nueve de cada diez agricultores de la región murciana no tienen contratado ningún seguro agrario.

Quizá podríamos calificar de imprudentes a los agricultores murcianos, y también a buena parte de los agricultores españoles. Pero antes de entrar en calificativos, habría que matizar que muchos de ellos piensan que no se les compensa en la proporción que debiera cuando sufren una inundación, como en este caso, o son víctimas de la sequía, el pedrisco, las heladas, las plagas… Consideran que las aseguradoras  tienden a valorar los daños a la baja y no siempre les cubren todos los daños sufridos. Por eso, prefieren arriesgar del todo o asegurar sólo alguno de los cultivos.

El precio de los seguros agrarios varía en función de la producción y de la zona. ¿Son caros? Antes de perdernos en juicios de valor, quizás sea mejor aportar datos y que cada uno opine. La página web de Asaja León (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) da algunos ejemplos. A un agricultor que sólo tiene regadío y lo asegura todo, asegurar 10.000 kilos de maíz por hectárea en Esla-Campos le costará 11,67 euros. El mismo cultivo y en la misma cantidad le saldrá más barato en la zona del Páramo: 9,91 euros. Si en lugar de cereal son alubias de La Bañeza le costará 51.79 euros por 3.000 kilos. Estos precios nos dan una ligera idea de lo que varían los precios de los seguros según cultivos, zonas y si hay riego o no. Porque en secano los precios aumentan, casi se duplican, máxime si además nuestro agricultor no había suscrito seguro en la campaña anterior.

El Ministerio de Agricultura, en Madrid.

La sequía ha animado a muchos
agricultores y ganaderos  a suscribir

un seguro, lo que ha aumentado su
contratación en los últimos meses


Aunque en muchos casos los agricultores no confían en los seguros, circunstancias como la sequía animan a muchos de ellos a suscribir uno. Apurado te veas, como diría otro refrán. La situación de falta de lluvias ha incrementado la contratación de seguros agrarios. Los labradores buscan así que las indemnizaciones cubran parte de la merma de la cosecha y los ganaderos, recibir dinero para la compra de piensos y forrajes que sustituyan y/o complementen los pastos secos y agostados por la falta de precipitaciones.

A esta circunstancia especial de un año seco se suma la de unos presupuestos recortados por la situación económica, lo que ha hecho que se reduzca la partida del Sistema Nacional de Seguros Agrarios, que hasta ahora subvencionaba en un 50% la contratación de los mismos. El Gobierno central ponía el 40% y las autonomías el 10% restante. Pero la penosa situación presupuestaria ha hecho que algunas comunidades autónomas se hayan descolgado del sistema, entre ellas, Castilla y León, Murcia, Extremadura y Andalucía. Por pura matemática, el incremento de la contratación de seguros y la disminución de los presupuestos, ha llevado al Ministerio de Agricultura a reducir los porcentajes de subvención en las líneas de seguro a partir del 1 de septiembre.

En fin, con cada vez menos apoyos, más gastos agrícolas, en medio de una situación económica precaria, y con mayores riesgos y circunstancias sobrevenidas, ¿todavía se preguntan porque muchos agricultores no contratan seguro? Que cada uno saque conclusiones.

martes, 2 de octubre de 2012

El pimiento, cinco siglos entre nosotros

Rojos, amarillos verdes; dulces y picantes; morrones, guindillas, alargados o rectangulares; de Gernika, Padrón, Lodosa, El Bierzo, Fresno-Benavente… Seguro que lo habrán adivinado, les hablo del pimiento. Y estoy desbordada, tanto por la gran cantidad de variedades que existen -300 sólo en el catálogo nacional-, como por las propiedades de este producto, que lo mismo sirve de analgésico que de diurético, que viene igual de bien al que quiere adelgazar que a la embarazada que procura el bienestar para su futuro bebé. Dicen que es falso el mito de que es una bomba para el estómago… salvo que nos pongamos tibios a chiles mexicanos, claro. Es una bomba, pero para la buena salud, con más vitamina C que los cítricos o los kiwis. Por algo los españoles consumen una media de casi 5 kilos al año, ¿o quizá habría que comer más?


La feria del pimiento de Benavente. Se celebra cada año
en septiembre, una semana antes de la de Fresno de la Vega.
 El pimiento está tan presente en la dieta mediterránea que parece mentira que sólo lleve entre nosotros algo más de cinco siglos. Originario de América, concretamente de México, Bolivia y Perú, Colón lo trajo en 1493, tras su primer viaje. Cuentan las crónicas que, precisamente, el descubridor fue en busca de un camino más corto a las Indias para traer las especias. Más en concreto, la preciada, mágica y misteriosa pimienta. Esta hierba llegaba a Occidente por las rutas comerciales, pero, durante muchos siglos, su procedencia concreta era un enigma, el secreto mejor guardado. Finalmente, a finales del siglo XV, los Reyes Católicos sufragaron el viaje y Colón no llegó a la India ni dio con la preciada mercancía que buscaba. Se encontró con un continente nuevo, América, y un producto igual de nuevo, el pimiento, que, en un primer momento y por su sabor picante, confundió con la pimienta. De ahí, el nombre tan parecido.

Así que, recapitulando, junto con el tomate y la patata, esta verdura de la familia de las Solanáceas y del género Capsicum llegó de América. Así lo aprendimos nosotros, pese a que algunas pistas (¿falsas?) nos lleven a poner la Historia en tela de juicio. Como es el caso del descubrimiento de un sarcófago del siglo XIII en Villalcázar de Sirga (Palencia) con un pimiento esculpido. ¿El escultor era un visionario o, entonces, cómo puede ser que hubiera reproducido un pimiento? La explicación es que el adorno de la tumba de la noble de la familia Pimentel enterrada allí se debe a una restauración posterior. Para entonces, se supone, ya había pimientos en la península. Y si, como yo, se hacen muchas preguntas, les resultará sospechoso que haya un apellido, Pimentel, antes del objeto que aparentemente le da su nombre, el pimiento. En realidad, el apellido que llevaban los Condes de Benavente procede de la ‘pimienta de agua’, una planta que crece en los canales de agua y en los regatos, con frutos de sabor picante y cáustico.

Cuentan las crónicas que Colón
emprendió su viaje en busca de una
nueva vía a las Indias y de la pimienta;
en su lugar, se encontró América y el pimiento

Procedente de América, el chili, como lo llamaban los indígenas americanos, se adaptó muy bien a las condiciones de la península. De hecho, España se ha convertido en uno de los mayores productores del mundo. Ya decíamos que había 300 variedades en el Catálogo Nacional, además de contar con 6 Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) y 3 Denominaciones de Origen (DOP), además de 2 DOP de pimentón y otros derivados. Entre ellas están el famoso pimentón de la Vera y el de Murcia, los pimientos de Gernika, Herbón (el de Padrón), piquillo de Lodosa, el pimiento asado del Bierzo, pimiento de Arnoia, Oímbra, Couto, Fresno-Benavente y Riojano.

No todos pasan por su mejor momento. Este verano me llamó la atención una noticia que alertaba de la caída de la producción en El Bierzo. Detrás estaba la falta de consumo de este producto. De hecho en 2011 quedó sin vender el 60% de la producción de pimiento asado. Así que las conserveras no han querido pillarse los dedos en este 2012 y han pedido a los agricultores que no siembren tanto. Mientras esta comarca leonesa vive su peor año desde la creación de la IGP, otra de reciente creación, la de Fresno-Benavente, ha duplicado el número de hectáreas de este cultivo.

España es una de las principales
productoras mundiales, con 300 variedades,
5 Denominaciones de Origen Protegido (DOP) y
6 Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP)

Dada la gran cantidad de variedades que existen, es difícil dar unas pautas generales para su siembra. En este punto de Castilla y León desde el que les hablo (Benavente y Los Valles), que puede presumir de un excelente pimiento morrón, en febrero se planta el semillero. Para crecer, la planta requerirá de una ‘cama caliente’ y de una buena capa de estiércol sobre la que poner la tierra con la semilla. Una vez que tengamos el plantón, lo transplantamos a la huerta en la primavera, garantizándole sol y calor. En septiembre tendremos esos pimientos morrones, carnosos y sin manchas, que garantizan un aporte calórico importante, mucha agua, mucha fibra y escasas grasas.

El pimiento es una buena fuente de vitaminas: E, A, B1, B2, B3, B6 y C. De hecho tiene más vitamina C que los cítricos y los kiwis: 60 gramos al día nos aportarán la cantidad aconsejada. Es rico en minerales (fósforo, magnesio, potasio y calcio), ácido fólico, carotenos, capsantina y beta carotenos. Todos estos componentes favorecen la formación de colágeno, huesos y dientes, el crecimiento del cabello, mejoran la visión, refuerzan el sistema inmunológico, tienen efectos antioxidantes, poder analgésico, ayudan a quemar grasas… La lista de propiedades es muy larga. Como este artículo. Y como no quiero ser pesada, voy poniendo fin a mi particular oda al pimiento. No sin antes animarles a que coman muchos, por su salud y por la economía del sector agrario. No sé ustedes: yo -lo confieso- tendré que empezar a recuperar el tiempo perdido de muchos años sin consumirlos. Ahora –se lo garantizo- me encantan.